Buena parte del encanto de Brujas reside en pequeñas joyas escondidas, como la Basílica de la Santa Sangre (Heilig-Bloedbasiliek). La veréis en la parte derecha de la plaza, justo en un rincón, si accedéis desde Markt.

Basílica de la Santa Sangre en Brujas.
Su arquitectura
Ya solo por fuera impresiona la antigüedad de su fachada, adornada con ornamentos dorados que representan a caballeros medievales.
Realmente, se compone de dos partes bien diferenciadas: la capilla románica de San Basilio, en el piso inferior, y la basílica propiamente dicha, en el superior, de estilo neogótico y donde destacan los murales de sus paredes, que representan escenas relacionadas con la reliquia de la Santa Sangre.

Interior de la Basílica de la Santa Sangre.
La reliquia de la Santa Sangre
Y es que el principal reclamo de esta basílica superior es la reliquia que se custodia en ella, que guarda unas gotas de la sangre de Cristo y que es motivo de orgullo para los habitantes de Brujas. Aunque existen diversas historias sobre su origen, la favorita es la que cuenta que la reliquia viajó desde Jerusalén en el siglo XII junto al Conde de Flandes, que la ofreció como obsequio a la ciudad.

Entrada a la Basílica de la Santa Sangre de Brujas.
El museo
Además, la basílica cuenta con un museo donde se exponen otros objetos sacros, como el relicario del orfebre Jan Crabbe del siglo XVII, en el que va guardada la reliquia de la Santa Sangre durante su procesión anual.
Sin duda, la Basílica de la Santa Sangre es un lugar que destaca por su misticismo y belleza; para nosotros constituye una de las visitas imprescindibles en Brujas.