El Museo Magritte es uno de los más jóvenes de Bruselas: inaugurado en 2009 y ubicado en el antiguo hotel Altenloh, de estilo neoclásico, ya se ha convertido en referente mundial para los amantes del arte surrealista.
El museo tal como lo contemplamos es obra del arquitecto Winston Spriet, que optó por concetrar la luz únicamente en las obras, dejando en penumbra el resto de espacios de museo, con una ambientación muy teatral.
La visita debe comenzarse desde el último piso hacia los inferiores: lo primero que haremos al entrar será coger el ascensor que nos transportará hasta la planta superior. Mientras ascendemos, veremos pasar algunas de las obras más significativas de Magritte.

El Museo Magritte.
La colección, que consta de más de 200 obras entre óleos, dibujos, esculturas, fotografías y carteles publicitarios, se exhibe siguiendo una cronología específica, dividida en tres grandes etapas:
- 1898-1929, desde los inicios de Magritte en la pintura hasta su etapa constructivista y las primeras obras surrealistas, así como los primeros contactos con el surrealismo parisino.
- 1930-1950, etapa marcada por su pertenencia al partido comunista belga y por el desarrollo de una vertiente impresionista en su obra; su regreso a París marcó la evolución conceptual de sus pinturas.
- 1951-1967: la última fase de la colección está dedicada a sus grandes obras, entre las que destacan Sherezade, El dominio de Arnheim o El Imperio de la Luz (esta última obra fue plasmada en un inmenso telón que cubrió el museo mientras duraron sus obras).
El recorrido concluye en una pequeña sala de cine, donde se exhibe una película que repasa la vida de Magritte y otros filmes que inspiraron al artista en su trabajo.
Hay que advertir que el museo mantiene unas normas bastantes estrictas: no pueden hacerse fotos en su interior (si lleváis una cámara a la vista, os obligarán a meterla en una taquilla) y tampoco se puede pasar con bolsos ni mochilas, que se deben dejar en un guardarropa gratuito a la entrada.